jueves, 20 de noviembre de 2008

Crossing USA I


Cuando viajo en avión y miro por la ventanilla pienso en tres cosas: 1. el avión va demasiado rápido. 2. me estoy perdiendo un montón de paisajes. 3. sería genial hacer el mismo recorrido por carretera. Por eso decidí ir de Nueva York a Los Angeles en bus. Son 4490 kms. Sospecho que quizás sea la línea de bus más larga del planeta. Lo curioso es que se hace de un tirón. 72 horas de recorrido y sin transbordos.
El bus va haciendo paradas sólo en las principales ciudades de los estados por los que pasa. El recorrido es: NY, Cleveland (Ohio), Chicago (Michigan), Des Moines (Iowa), Omaha (Nebraska), Denver (Colorado), Las Vegas y Los Angeles. El billete costaba 180 dólares, apenas 50 menos que un ticket de avión. Por eso yo era el único que completó el recorrido entero. El resto hacían hacían desplazamientos intermedios.


Imaginaba que al ser un viaje tan largo el bus sería relativamente cómodo y lujoso. Nada más lejos de la realidad. Los asientos apenas se reclinaban, estaban sucios, eran estrechos, no había tv, ni música.
El baño era tremendo. Era una plancha de acero inoxidable (rollo encimera) con un agujero sobre el que uno debía sentarse . Bajo el culo había una fosa séptica con 40 o 50 litros de agua. Es decir, que si uno hacía aguas menores sonaba como cuando uno mea desde un puente. Si uno hacía mayores, sonaba como cuando tiras una piedra al río. No había cisterna, así que si uno hacía pis y miraba para abajo veía los barquitos que habían depositado los viajeros anteriores. Si había curvas el movimiento del agua era de marejada a fuerte marejada. Es decir, mejor hacer popó cuando la carretera es recta. Conforme iban pasando las horas, el baño sólo lo usaban los que no podían aguantar el apretón. El olor era terrible. Un verdadero asco. El baño se limpiaba (es decir, se le cambiaba el agua al tema) en cada parada (cada 8 o 10 horas). Rápidamente comprobe que no es agradable sentarse cerca de la puerta del toilet.
Lo primero que hace el conductor al subirse es recitar durante varios minutos todas normas que hay que seguir en el bus. Por el artículo x de la ley x esta prohibido.... una larguísima retahila de cosas.
La mayoría de viajeros son negros (más por los grandes lagos) o hispanos (más por el oeste). Los blancos que vi en la Greyhound tenían aspecto de desgraciados: gente con aspecto de homeless y de presidiarios. Hubo alguna excepción, pero la mayoría parecían sacados de un drama de la América profunda. En Estados Unidos si no tienes coche no eres nadie.

(continuará)


6 comentarios:

Habitante dijo...

Totalmente de acuerdo con tu último comentario. Nosotros fuimos desde Pella, cerquita de Des Moines (Iowa) hasta Nueva York, unas 20 horas conduciendo y la comodidad que tuvimos al ir en coche no tenía nada que ver con lo brutales que son algunos autobuses. Nunca dirías que en un país así hay ese tipo de autobuses. Yo manejé todo el viaje porque no me quería perder nada de la vista y no se me va de la mente, sobre todo Pensilvania, increíble ese Estado.
Pero que chulo un viaje como el que hiciste. Vale la pena el olor por ver todos esos paisajes y esa experiencia.

Pecosa dijo...

Que el viaje debió ser guapo, no te lo niego. Ahora, es que yo tantas horas del tirón no sé si las aguantaría. Y lo del water... Heavy heavy, dime fina... (Barquitos, dice, ¡jajajajjaj!)

Pi dijo...

Qué guay...
conducir, por supuesto, por esas carreteras del "Primer Mundo".

chuikov dijo...

después de la primera noche pensé que era un loco y un gilipollas y que no aguantaría el tirón. estaba muerto. pero el cuerpo se hace a todo. la noche 2 y 3 dormí 8 horas sin inmutarme. además me iba echando mis siestecillas. entre los mil detalles que recuerdo del viaje no está el cansancio.

Mrs Jones dijo...

Jo. Suena apasionante, tan de película. Mi viaje más largo en autobús fue de Praga a Tallinn hace algo más de cuatro años. 26 horas que recuerdo con cariño.

Rosie dijo...

ufff aun recuerdo un viaje por greyhound,hace casi 8 años, 56 horas de ida, 37 de vuelta, solo recuerdo un borracho gritandonos, dos hombres tatuados con chaqueta de cuero sacando una especie de sable de un bolso, un retraso de 8 horas, mucho frio, un conductor loco que le encantaba el microfono y otras cosas que estoy intentando olvidar. Y también era para ver el paisaje...