viernes, 8 de agosto de 2008

Crónicas etíopes I

En Etiopía la gente es encantadora. Siempre tienen una sonrisa preparada para ti. Al principio te miran con extrañeza. Pero con ofrecer un chicle o cualquier gesto cálido que uno haga es suficiente para tener conversación y romper la distancia con la que te ven. En los pueblillos donde paraba el autobús los viajeros aprovechaban para comer injera. Es el plato nacional. Se desayuna, se come y se cena injera. Es una especie de masa redonda blandita y esponjosa (equivalente a la pizza) hecha de un cereal autóctono de allí. En el centro ponen la chicha de pescado o carne. Casi siempre muy picante. No hay cubiertos. Se come cogiendo un trozo de esa masa con los dedos y haciendo pinza se pilla de lo que hay en el centro y para la boca.




Si estaba en mitad de un viaje en bus pasaba de comer injera. El motivo es muy sencillo: picante, comida fuerte, baches, 3 o 4 horas de bus, tripas, movimiento, apretón, árbol, papel, gente, miradas, sudor, insectos, picadura, testimelón, etc...
Si miras a tu vecino de mesa comer siempre te ofrecerá de su plato. Ofrecer tu comida es un acto de buena educación bastante habitual. Pero también es común encontrarte gente que quier ser aún más educada. Llegué a un pueblillo al borde del lago Tana después de dos días en una patera. Un sitio abandonado de la mano de Dios. A orillas de un lago y sin agua corriente. Después de dejar las cosas en el único y cochambroso hotel de 1 euro la noche (postearé sobre él con fotos) me fui a comer injera con un "guía" que se me acopló. Dos chicas que me vieron con buenos ojos también nos siguieron y entramos todos al "restaurante". Pedí injera para mi compi y para mí. Las chicas se sentaron en la mesa de al lado. Cuando hay especial buen rollo, y se quiere ser muy amable, no ofreces el plato para compartir la comida, directamente se la metes en la boca. Eso hizo esta cordial amiga. Cogió con sus brillantes dedos un buen trozo de injera con carne chorreando en salsa picante y lo acercó a mi boca. En el tiempo en que sus dedos se dirigían a mis labios mi mente se puso en alerta y sólo pensaba en: agua corriente, dedos, brillo, chica, uñas, pis, tenedor, cuchillo, servilleta, heno de pravia... Por lo visto, rechazar un ofrecimiento así es un acto de mala educación tremendo, y que ante las miradas del resto de clientes sería un desprecio horroroso. Así que abrí un poco el hocico poniendo la misma cara que mi perro cuando le das comida que jamás ha probado. Cuando tuve sus dedos dentro de mi boca y ante mi falta de experiencia, me esforcé en no mordérselos. El trozo de injera era de dimensiones considerables, lo que provocó que mis labios hicieran ese movimiento similar al de los peces cuando están asfixiándose para evitar que se me derramara todo por la barbilla. Así que inevitablemente la cosa no quedó en "te dejo la comida en la boca", sino que se convirtió en "joder que trozo más grande, además de meterme los dedos en la boca, sin querer te los estoy chupando". Como yo debía ser el primer blanco que pasaba por ese pueblo en meses, la expectación era máxima. Los clientes casi explotan en un aplauso cuando vieron mis carrillos llenos. La chica tenía un gesto de tremenda satisfacción por su logro, y todo el mundo sonreía. Yo dije "amasanguenalu", que quiere decir gracias. (que gracias se diga así demuestra lo jodido que es el idioma amárico. Me costó una semana aprender esa palabra)
La otra chica decidió no ser menos y pasó también a la acción. Pero hasta ahí habíamos llegado. El rollito mamá/bebé se había terminado. Ya había demostrado que no soy descortés y para ellos ya era un tío enrollado, así que no hacía falta abusar. Con mímica les expliqué que me gustaba más la chicha de mi injera y que la suya picaba demasiado. Hice algún gesto cochino de que el picante me daba cagalera. Estas cosas hacen gracia en todo el mundo y se entienden con mucha facilidad, así que tras unas risas, ya no me ofrecieron más comida. El siguiente ofrecimiento (y con total descaro) fue su propia carne para que nos perdieramos por algún descampado de la zona.

6 comentarios:

Pecosa dijo...

No podía terminar de otra manera... Aceptaste?

Música dijo...

gracias por llenarme de viaje, me encanta lo que cuentas y como lo cuentas, nunca había estado en Etiopía! jajaja

Pi dijo...

Me ha encantado eso del gesto tipo Braulio cuando no sabe loq eu va a comer... jejejejejej
Esas morenitas con sentido del humor.... Ya ves, también a las chicas africanas buscan ese topicazo de "un hombre que me haga reir...", jejejeje

chuikov dijo...

No Pecosa. El apretón africano insalubre, caluroso y al aire libre no es lo mío. Además, la chica supongo que tendría muchas virtudes, pero no la de la belleza.

chuikov dijo...

Gracias música. Sí Pi, en Etiopia hasta las azafatas del avión tienen "sentido del humor" y gustan de "reirse" un rato con los pálidos europeos.

Música dijo...

las que tu tienes apañao!