El fuego consumía los últimos troncos tan rápido como las 6 hienas perdían la vergüenza. Estaban a unos 6 o 7 metros. No déjabamos de mirarlas mientras paralizados por el miedo decidíamos qué hacer. Eran feas y serias. Un iluminado propuso ir a avisar al guarda al que habíamos sobornado para que nos dejara dormir allí y que las auyentara con su escopeta. Hubiera sido una buena idea si el vigilante estuviera a menos de 800 metros y si nosotros corriéramos de noche por la sabana más rápido que las hienas. Otro sugirió que a los animales de los parques nacionales los alimenta el gobierno, que era imposible que estuvieran hambrientas. Si eso hubiera sido cierto, las hienas habrían venido de visita para calentarse en el fuego porque son muy frioleras. Esa teoría fue la más estúpida porque el Masai Mara es como una provincia española y en un sólo día ves miles de mamíferos.
El más tripón propuso coger la comida que habíamos preparado y meterla en las tiendas de campaña. Otra teoría estúpida. Si los bichos buscaban comida, no pondríamos obstáculos. Uno también sugirió dormir en la furgoneta. El problema era que también estaba a 50 metros y cualquiera salía corriendo.
Nos metimos en las tiendas y echamos la cremallera. A partir de entonces escuchamos gruñidos, peleas, mordiscos. Se ve que les gustaba la comida española. La guerra duró 5 o 10 minutos. Ninguno nos atrevimos a salir.
Por la mañana había desaparecido todo. Los cartones de leche estaban destrozados. La enorme olla que debía pesar dos o tres kilos nunca apareció. Había platos de plastico duro doblados, cubiertos a 30 metros a la redonda.
Desde aquella noche les tengo bastante manía a las hienas y no he vuelto a hacer camping entre parques nacionales de Africa.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
¿¿¿Hienas??? ¡Nooooooo! ¡De los peores mamíferos que existen! Me ponen los pelos como escarpias. Qué miedo. QUÉ MIEDO.
Publicar un comentario