lunes, 11 de enero de 2010

Crónicas caribes IX ( y últimas)

Hopkins es una ciudad de la costa de Belize donde la gente no hace apenas nada y nosotros tampoco. El anuncio de Bacardi de "me estás estresando" se podía haber grabado allí. Es un poco injusto decir que no trabajan porque algunos tienen su pequeño comercio, otros recolectan naranjas y los hay que pescan. Pero en general hay mucha gente ociosa y los que trabajan, parecen medio anestesiados. En el pueblo viven unos dos mil habitantes desperdigados por la playa. Muchas de las casas son cabañas de madera que, en la mayoría de los casos, están elevedas para evitar la humedad del suelo y supongo que las crecidas del mar cuando hay huracán. Los habitantes de esa zona son garífunas. Son una mezcla de antillanos, africanos y un pelín latinos. Tienen un idioma propio que mezcla inglés, francés, criollo y dialectos africanos. No se entiende nada. Su música y sus ritos, por tanto, también son una ensalada entre el mundo caribeño y el africano. Son unos maestros con la percusión y mucha gente va allí a aprender de ellos.

Está claro para dónde suele soplar el viento.

En Hopkins el plan nuestro de la tarde era recorrer la única calle asfaltada hasta el final y luego volver por la paralela sin asfaltar. Eso lo hacíamos a ritmo de tortuga para tardar más. Nos esforzábamos, pero pocas veces conseguíamos ir más lentos que los lugareños. La falta de costumbre.

En Hopkins alquilamos una cabaña en la playa. Su dueña era una inglesa de unos 50 años casada con un beliceño negro de unos 35. Anda que no echamos risas Mamachuikov, Mary y yo sobre lo que había convencido a Dorothy para quedarse en Belize. La cabaña tenía cocina, baño, un dormitorio y nuestra hamaca. Todo muy limpio y decorado con buen gusto. Costaba 40 euros la noche. 13 euros por barba es más que asequible. Lo mejor era que estaba en la misma orilla de la playa. Allí contemplamos amaneceres maravillosos y una luna llena impresionante. Tampoco se me olvidará el mar al amacecer. Estaba completamente parado, sin ninguna ola. Jamás lo había visto así.



Mamachuikov saliendo de nuestra cabaña. La verde es la del vecino yanki.
Primera línea de playa y sin paseo marítimo
Como a las 5.30 ya es prácticamente de noche, las tardes se nos hacían bastante largas. Una tarde Mamachuikov propuso "ir por naranjas". Cualquiera entendería que esa expresión significa "vamos a la tienda por naranjas". Pero cuando "mamachuikov dice "vamos por naranjas" en en Belize y en casi todos los países del mundo eso se llama robar. En nuestro descargo diré que hay millones y millones de naranjos por todo el país. Es uno de los principales productores mundiales de cítricos. Así que cogimos el coche y buscamos una buena finca para que dejara de darnos la brasa. Después de un rato de búsqueda encontramos un campo de naranjos solitario y maravilloso. Allí no tienen que vigilarlos porque de eso ya se encargan cientos de millones de mosquitos del tamaño de gorriones. Como Mamachuikov fue a robar en chanclas y bermudas los insectos le dejaron las piernas irreconocibles. El atraco duró apenas dos minutos, y por cada una de las 12 naranjas que cogió recibió dos o tres picaduras.


Atentos al aguijón, es como una estaca. Para que un mosquito salga en una foto ya debe ser grande...

La última noche en Hopkins nos acostamos a las 9.30 o 10 de la noche. Al día siguiente teníamos que hacer 900 kms por carreteras de mierda hasta casa de mi hermano en Yucatán. Teníamos pensado levantarnos a las 6 de la mañana y salir a las 7 (por supuesto después de un maravilloso zumo natural de naranja recien exprimida). A la 1 de la madrugada nos despertaron los gritos del vecino yanqui de la cabaña de al lado. Parecía que lo estuvieran torturando... (no hay vidrio en las ventanas, sólo mosquiteras)
Vecino yanki: arrrgggggggggg......... guachipeyyyy!!!!!! ......guachipeyyyyyyy!!!!!
Chuikov (aún dormido): what happend?
Vecino yanki: my wallet!!!!! my wallet!!!!!
Mamachuikov: hijo, ¿qué dice?
Chuikov: yo que sé mamá, que le han robado la wallet... pero no me acuerdo qué coño es wallet
VY: my money!!!!!! my ephone!!!!
Chuikov: mamá, le han robado la cartera y el móvil...
Mamachuikov: ¡ten cuiadoooo! ¡No salgas!
Chuikov: joder mamá, el ladrón se habrá pirado ya...
El yanki estaba de los nervios, como en shock. El hermano (que vivía en la casa de al lado y cuya mujer daba gusto verla hacer footing por la playa) salío disparado con una linterna a buscar al ladrón.
Chuikov: do you need something? do you want I pick you to the police station?
VY: Ok, but I can`t pay you
Chuikov: einnn? You don´t have to pay me anything...
Total, que el chaval se quedó un rato dando vueltas y yo en el porche de mi cabaña con las llaves en la mano. El hermano volvió al poco y como él también tenía coche, decidí irme a la cama porque los dos estaban a sus cosas y pasaban de mí como de la mierda...
A las 5.00 llegó la policía a toda leche, con las sirenas y derrapando... ¡4 horas después! ¿Para qué corrían? El ladrón iba ya por el cuarto sueño. Eran los CSI de Belize. Vinieron 5 y se pusieron a tomar fotos del escenario del crimen. El policía conductor era un poco zarpas y atascó la pick en la arena de la playa. Total que el ruido del motor revolucionado y los gritos del jefe gritándole de todo despertaron a medio pueblo...El yanqui le contó a la poli que un lugareño abrió la puerta y cogió la cartera y el teléfono de la cómoda. El poli le preguntó que cómo era el ladrón y el yanki fue muy preciso: alto, negro, con pantalón corto y camiseta de manga corta. Es decir, el 90 por ciento de los tíos del pueblo podían ser sospechosos. Menos mal que no tuvo que hacer un retrato robot.
Nos fuimos de Hopkins (una hora antes de lo previsto gracias a los geos de Belize) haciendo la buena labor del día. Recogimos en la parada de bus a un profesor de cole que daba clases como a una hora de coche de allí. El tío era majo pero callado. Me hubiera gustado recoger a algun menonita autoestopista (hay muchos de estos fundamentalistas en Belize) pero no hubo suerte. Hubiera sido interesante para rematar el viaje.


¿Dónde están las olas?


Siempre que salgo de España tengo este problema. A pesar del cartel, siempre me cuesta horrores conjugar ese verbo.


En ese restaurante nos hinchábamos de comer por 5 euros. Eramos los únicos clientes y tardaban 1 hora en servirnos. Así que esperábamos tumbados en la arena... o en la sala de espera del bar

7 comentarios:

Música dijo...

es una pasada ver el mar sin olas, a mí me gusta así o revuelto revuelto, el espectáculo cuando está bravido es fabuloso.
Que arte tu madre: hijo, q dice?, y arte tu contando cosas, yo fan fan

Pecosa dijo...

Ah, no. Yo con esos mosquitos, por muy buenas que estén las naranjas, no voy a buscarlas. Madre mía, son enormes.

Justo hoy me he apuntado a un curso de inglés, para refrescar. Me vienen de perlas estas conversaciones tuyas "in english" para ir haciendo boca.

Y menos mal que son las últimas crónicas. No porque sean pesadas de seguir, todo lo contrario: ya está bien de ponernos los dientes largos a todos, coño. (Envidiamalaenvidiamalaenvidiamala)

Mery Fence dijo...

¡Qué playas, madre mía!

chuikov dijo...

mañana me voy a amsterdam. a ver si me pasan cosas interesantes para publicar unas crónicas holandesas

Pecosa dijo...

Ahá, de oca en oca y tiro porque me toca. Qué vida la tuya. Tómate una Amstel a nuestra salud.

Música dijo...

segura estoy que las crónicas holandesas serán totales!, pásalo very well fandango, buen viaje compañero.

Anónimo dijo...

O en en próximo viaje nos llevas contigo o abstente de poner ciertas fotos.

Envidia macho...